Voy paseando por los parques de la Universidad en Oxford y disfrutando de su gran diversidad de árboles y plantas. Siguiendo el curso del río Cherwell, por el que familias, grupos de amigos, parejas, navegan en pequeños botes y conversan y ríen.

La vida continúa, a pesar de que parezca que alguien o algo se empeña en que el mundo, el aire, se llene de miedo y distancia.

La muerte llegará cuando sea el momento y nos iremos con ella dispuestos a descubrir nuevas experiencias, nuevos mundos, nuevas formas de existencia.

No puede ninguna fuerza superior hacer que dejemos de amarnos, besarnos y llenar nuestros corazones de emoción. Aquellos de nosotros que amamos la vida, la naturaleza, la alegría, seguiremos caminando mientras disfrutamos de todo ello, quizás más despacio, poniendo más atención y valorando más lo que nos rodea.

Los monstruos que aparecen por las esquinas sólo serán una excusa para aquellos que no desean seguir, que no desean compartir, que ya tenían miedo de vivir. Estos se esconderán en su madriguera y morirán con más miedo y más tristeza.