Hay un defecto que sabes que tienes. Lo sabes porque te lo han repetido desde niño, desde niña, en el cole, en casa, tus amigos. Y cada vez que cometes un error relacionado con ese defecto te lo echas en cara y te castigas y te enfadas contigo. Quizás alguna vez has renunciado a participar en algún evento o a llevar a cabo un proyecto porque te dices: Soy demasiado… Alguna vez te habrás disculpado ante alguien diciendo: Yo, es que soy muy… Incluso puede que hasta hayas presumido de ser tan … O hayas respondido a la pregunta quién o cómo eres diciendo: Soy una persona muy…
Ese defecto que te caracteriza y que condiciona tu vida.
Ahora te pido que te preguntes: ¿Te gustaría dejar de lado ese defecto? Inmediatamente dirás qué sí, pero piénsalo por segunda vez.
Quizás ese defecto está tan pegado a tí que te resulta difícil imaginarte sin él. Hasta puede que lo que para tí es un defecto, sea para otra persona una cualidad que te haga atractivo a los ojos de otros.
Piénsalo. Hay quien es atractivamente feo, hay quien es tan despistado porque es un soñador, hay quien es tan gruñón porque es muy exigente…
No te digo que te acomodes, que no te cuestiones, que no escuches a los demás. No te digo que sigas siendo lo que no quieres ser. Y no te digo que renuncies a oportunidades y te acobardes. Se trata mas bien de superarte a ti mismo.
De hecho, siempre podemos mejorar, abrir los ojos una mañana y decidir ser aquello que hemos elegido ser. Cada día sale el sol y puede ser el comienzo de una nueva vida. Cada día eres un nuevo ser y puedes dar los pasos que quieras dar, sin pedir permiso, sin tener que agradar a nadie, Solo a ti.
Lo que si te pido es que te toleres más, que te quieras, que aprendas a gustarte con tus cualidades y tus defectos.

Deja una respuesta