Me gusta hacer solitarios. Esta mañana recibí un mensaje en mi móvil: Tu reto diario te esta esperando. Y allí me fui. Lo superé y me sentí bien. Porque me superé a mi misma. Lo conseguí en menos tiempo, lo que significa más agilidad mental.

En mi vida también hago solitarios. De pronto la vida me envía retos que a veces parecen insuperables, pero pienso: Tengo que intentarlo. Y me superó de nuevo a mi misma haciendo algo que no había hecho antes.

A veces los retos son difíciles, estresantes, a veces quieres retroceder. Pero la vida no te deja. No es una opción. Así que sigues caminando y enfrentando retos.

A veces son retos interesantes y divertidos. Y a veces debes repetir, porque no lo consigues la primera vez, ni la segunda. A la tercera va la vencida. Y si no, a la cuarta o a la quinta. El caso es superar el reto. Sin prisas. Sin darte por vencida.

Y sobre todo superando miedos y frustraciones. Dejando atrás los fracasos y dando un paso más, para que la vida no piense que te has cansado de jugar.

Claro que, también están permitidas las treguas y algunos días, cuando la vida se distrae un poco y no te echa cuenta, está bien quedarte en el sofá, tomar un café y dedicarte a hacer solitarios.